¡NO ESTAMOS EN SUIZA, SOMOS COLOMBIA!
Si en nuestro país las oportunidades verdaderamente estuvieran al alcance de todas las personas con discapacidad, seguramente no existiría el evento anual de Teletón, ni se crearía ninguna fundación con la misión de ayudar. Hace 4 años desde la comodidad del computador criticaba este evento, eso era muy facil. Dejé de hacerlo cuando me aventuré a salir de mi casa a visitar y conocer algunas personas con discapacidad, en especial niños y sus padres que me escriben a través de redes sociales en busca de un empujoncito, una idea, una salida, o de un aporte para cruzar al otro lado. Ayudar a una persona para que vaya a un centro de rehabilitación, no sólo es ayudarle en su recuperación física, sino también apoyar el re-descubrimiento de sus posibilidades y las de su familia. Es darle la oportunidad de volver a la vida y reinventar su camino, mejor dicho: es impulsarle para que pueda sanar su mente y así mismo enseñar a otros a que puedan sanar la suya. ¿Qué tan malo podría ser eso? Hoy apoyo la Teletón. Lo hago porque sin planearlo fui conociendo algunas personas que se benefician gratis de esta causa; he visitado sus casas, he conocido sus familias, y me han hablado del significado que esto ha tenido en sus vidas y de lo que son capaces hoy en día. Uno de ellos acaba de terminar su secundaria y, aunque sólo recuperó su movilidad parcialmente, si recuperó su independencia y su mamá pudo volver a trabajar, lo que repercutió en su calidad de vida y la de los otros tres miembros de su familia. Este solo hecho, ya ha logrado hacer más que todas las publicaciones que he visto con el fin de acabar este evento. Entiendo y comparto la postura de quienes luchan por evitar el tono lastimero, lo cual es sinónimo de queja y tristeza para causar compasión, estoy completamente de acuerdo. Pero no entremos en confusión. Como un acto pedagógico me gustaría ir un poco más allá; porque al contarse una historia en la que existen dificultades y, en el camino son superadas, sin duda que esto no es generar ningún tipo de lástima, por el contrario, debe generar alegría y respeto por quien las haya vivido y con ellas haya progresado. ¿Acaso la vida es una escalada de éxitos?, ¿de triunfos?, ¿de cosas buenas? No me imagino a una persona diciéndole lastimero a Nairo Quintana cuando nos cuenta que a los 12 años se levantaba a las 4:00 de la madrugada a trabajar en el campo y cuando pedaleaba en una bicicleta de hierro por las duras montañas de Boyacá, y que todo eso lo hizo fuerte para luchar por sus sueños. O cuando se habla de Mariana Pajón y las más de 20 fracturas que ha sufrido y que la han llenado de aliento para perseguir sus metas con más vehemencia. O cuando Rigoberto Uran nos cuenta que llegó a Italia donde una pareja que le tendió la mano para que él pudiera prepararse y ser el ciclista que es hoy. ¿Será que de tanto hablar de superhumanos se nos ha olvidado que las circunstancias inesperadas y las dificultades son parte importante del camino, y pilares fundamentales en el desarrollo de cualquier ser humano?
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